La Borraja,
asociación sanluqueña para el fomento de la agroecología, quiere
solidarizarse con Andrés Bódalo, jornalero preso en la cárcel de
Jaén.
Nos parece totalmente desmesurada una condena de tres años y medio
por unos hechos que distan de estar claros, con testimonios
contradictorios. Agredir a un concejal de pueblo, si tal cosa se
produjo, no es la manera de arreglar los problemas de Andalucía.
Pero las situaciones de tensión las provocan el paro y la
desesperación por la falta de las peonadas necesarias para acceder
al único mísero ingreso del que dispone mucha gente en nuestra
tierra.
Tanto Andrés
como el SAT, heredero del SOC, tienen una trayectoria, en muchos
casos heroica, en defensa de las trabajadoras y trabajadores del
campo andaluz, siempre con acciones no violentas, recibiendo
aluviones de multas y procesos judiciales que ahora, con la llamada
Ley Mordaza, amenazan con multiplicarse.
Esta brutal
represión se explica porque llevan más de cuarenta años señalando
una cuestión clave, que la tierra en Andalucía está fuertemente
concentrada, y esto aparte de injusto y cruel con los jornaleros
desposeídos, es causa estructural de las altas tasas de paro. Si se
mira un mapa por comarcas de Andalucía, aquellas que mejor resisten
la crisis suelen ser las que tienen la tierra mejor repartida.
No es posible
alcanzar cotas de soberanía alimentaria, que es la capacidad de los
pueblos de definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de
modo sostenible y seguro, si grandes extensiones del campo andaluz
siguen en manos de terratenientes, con explotaciones cada vez más
concentradas y regadas con abundante dinero europeo de la PAC. Este
que es el verdadero problema andaluz, se quiso enterrar cuando nos
inundó el tsunami urbanístico pero bajadas estas engañosas aguas
volvemos a mirar al campo y vemos que la situación se encuentra
igual si no peor. Y es un problema que nos afecta por muy modernos y
ajenos a esta cuestión que nos queramos sentir.
Por ello el poder
aprieta las tuercas, endurece la ley y multiplica el intento de
desprestigio de las resistencias y protestas, a través de sus
medios desinformativos.
Entendemos que se
ha cruzado una raya que no podemos consentir, que encarcelen a un
dirigente jornalero. Tan importante y necesario como proteger a la
‘autoridad’ es defender al activista que se expone (mientras
muchos callamos calentitos en el sofá) en defender el bien común,
arriesgándose a multas, detenciones, también agresiones e incluso
como vemos en otros países a que les asesinen.
Andrés Bódalo,
se esté más o menos de acuerdo con sus ideas, con su estilo, con
sus reivindicaciones, perdiera los nervios o no aquel día en Jódar,
no debe pasar ni un día más en prisión mientras los grandes
ladrones de guante blanco se siguen paseando impunes y soberbios a lo
largo y ancho del país.
Fdo
La
Junta Directiva